Conforme nos acercábamos a la villa de Rota, dejábamos a nuestra derecha los agrestes
acantilados de Fuentebravía, playa de El Puerto de Santa María que linda
con el territorio que ocupa la Base americana cuyo puerto aparecía
repleto de embarcaciones militares, alguna de ellas de grandes dimensiones.
Desembarcamos y comenzamos
a recorrer la pequeña villa atravesando un arco coronado por una antigua
linterna que cedió uso al nuevo faro que se levanta ante la entrada. Un camino que
nos llevó al Castillo de Luna, declarado Bien de Interés Cultural, actual sede
del consistorio roteño. El mosaico de su
entrada nos ilustra que acogió la visita de los Reyes Católicos cuando
pertenecía a los Ponce de León.
Enfrente se encuentra la iglesia fortificada de la O que, junto
con el castillo, formó parte de la dote de Isabel de Guzmán, hija de Guzmán el
Bueno, cuando contrajo matrimonio con Fernán Ponce de León.
La cercanía del mar se percibe en todo el casco urbano. La disposición
de sus estrechas calles, que se cruzan unas con otras, nos recuerdan a la Rabeta Ruta musulmana. De
esta misma época son los trozos de
murallas que sobresalen entre paredes blanquedas con cal. Dicen que la
Mayetería, tradicional agricultura roteña que tan buenos productos
proporciona, es un legado árabe.
Nos señalaron una torre que
destaca por su cubierta de azulejos, la de la Merced. Fue el campanario de un
antiguo convento mercedario que hoy alberga el mercado de abastos. Guiados por
un irresistible olor a chicarrones entramos al patio donde se ubican los
puestos de fruta, carne y pescado. Presente estaban los quesos de la Sierra y
el vino de tintilla. En el centro puestos de baratijas y objetos de segunda
mano. Otros puestos exteriores ofrecen al visitante adornos militares,
especias, higos chumbos y fruslerías procedentes de lugares exóticos. Bagatelas
que no te resistes a dejar pasar sin echar una ojeada.
Abiertas al paso nos encontramos otras iglesias que exponían en besamanos imágenes de vírgenes barrocas. No
hay que olvidar que era el 15 de agosto, día de la Asunción. Nos llamó la
atención, en la capilla de la Caridad, la imagen de Jesús de la Salud o de la Tres Caídas.
De la calle comercial, sombreada
por toldos, nos atrajeron los establecimientos de ropa, los pequeños
bazares y el bullicio callejero.
Llegó la hora de partir. Después de un aperitivo nos encaminamos
al embarcadero.Una visita corta pero intensa a este enclave costero que tiene mucho que ofrecer: historia, gastronomía, playas. Ha sido lugar de paso de distintas culturas. Fue la Astaroth tartésica, la Rotae romana, La Rabeta Ruta árabe y la Rotta cristiana. Hoy es una tranquila ciudad que recibe a muchos viajeros y veraneantes.
No pudimos quedarnos a comer esos platos tan atractivos y tan
propios del lugar que María Luisa Ucero nombra en su libro “Cádiz una provincia para comérsela”, motivo
más que suficiente para volver. Mientras tanto, nos conformaremos con leer sus
recetas o seguirlas paso a paso.
Volveremos.
Fotos de Oliva Maura